22 jun 2009

Nadie le advirtió

Hacía dos días que se encontraba rara: tenía la extraña sensación de que su cuerpo estaba cambiando. Trató de hacer su vida habitual, pero llegó un momento en el que, arrastrándose por el suelo, apenas podía con su cuerpo; era como cargar con el peso del mundo. Localizó un lugar apartado y lentamente fue deslizándose hacia allí, hasta que llegó a una esquina en la penumbra donde acurrucarse.
Como sentía frío empezó a envolverse con lo que llevaba, hasta que quedó totalmente enfundada dentro de aquellas telas suaves pero resistentes. Seguía notando que en su cuerpo ocurría algo extraño, pero enseguida entró en un relajante sopor y dejó de importarle lo que ocurriera.
Sola, envuelta en sus vestimentas, soñando que se convertía en un ser extraño, pasó veinte días. Entonces, empezó a despertar del letargo, mientras intentaba salir de aquel lío de ropa que le había protegido. Eso era una batalla campal, pero al final lo consiguió.
Fue entonces cuando se miró. Asombrada, contempló que su cuerpo había cambiado totalmente, como en su sueño. ¡Qué maravilla! Sin hacerse más preguntas, movió sus alas y salió volando fascinada.
Nadie le dijo que solo viviría tres días.

Encarna Martínez Oliveras


Finalista en el II certamen de micro-relato
Obra social Caja de Ávila 2009 (Publicado)

He cruzado el océano




¡Quién iba a divinarlo! He cruzado el océano de la mano de una amiga -Isa- porque ya casi no tenía fuerzas para llegar yo sola a nado. Y allí, otra mano extendida me ha arrastrado hasta la orilla (era Neli).

Nuevas fronteras y nuevas esperanzas se forjan ante mí. Sueños de fantasía, tal vez, pero si puedo soñar... es que sigo viva.

Gracias, amigas


Encarna