3 dic 2008

Hoy, Día mundial de las Personas con Discapacidad


Hoy 3 de diciembre, San Francisco de Javier, es el día mundial de las personas con discapacidad. Aunque estoy bastante negativa y pesimista por un brote que me está haciendo pasar unos dolores insufribles, no quiero dejar pasar esta oportunidad para agradecer a esas personas, AMIGOS, que a pesar de los años no se cansan y siguen a mi lado, tirando de mí, llamando, preguntando, acompañándome, intentando que, cuando mi cuerpo lo permite, aproveche esos momentos para compartir ratos y lugares agradables. No sabéis, no podéis ni imaginar, el alcance de vuestra labor, pues es la que durante tanto tiempo me ha mantenido “en pie” (es una expresión). Desde el pozo profundo en el que me encuentro hoy y del que sé que una vez más me sacaréis con paciencia de amigos, os doy las gracias, esa palabra que en mi boca queda tan pobre cuando es a vosotros a quien la dirijo. Os quiero. Sé que seguiréis ahí cuando mi espíritu esté volando por otras galaxias intentando buscar respuestas. Aunque me duelen las manos a rabiar, por favor, no las soltéis, os necesito.



Los “versos” –más que un poema es un vómito de dolor y llanto- que vienen a continuación son del otoño pasado. Este año, he tenido la dicha de tener a mi lado constantemente y alerta a mi hijo Pablo, quien aprovechó dos días sueltos antes de que subiera la intensidad del brote para llevarme con mi Scooter de tres ruedas en el maletero –la recomiendo a quien esté en condiciones de usarla- a sentir el otoño y pasear junto a él al aire libre. Castaños solitarios en pleno esplendor otoñal arropados por el verde de los pinares... Con eso me basta este otoño. Gracias Pablo, por todo lo que haces.




2 comentarios:

alada dijo...

Los amigos tenemos que agradecerte a tí por todo lo que nos das.
No solo tu experiencia, tu saber, tu amor a las palabras, a la música y a tu entorno, sino tu ejemplo de amor a la vida. Gracias

Encarna Martínez dijo...

¿Y ahora qué hago con esta lágrima que no es familia de las otras?

Tal vez la guarde y, cuando tenga bastantes, una noche vaciaré el saco de llanto y cambiaré las viejas por las nuevas. Con vosotros llegará ese día.

Un beso