Hacía dos días que se encontraba rara: tenía la extraña sensación de que su cuerpo estaba cambiando. Trató de hacer su vida habitual, pero llegó un momento en el que, arrastrándose por el suelo, apenas podía con su cuerpo; era como cargar con el peso del mundo. Localizó un lugar apartado y lentamente fue deslizándose hacia allí, hasta que llegó a una esquina en la penumbra donde acurrucarse.
Como sentía frío empezó a envolverse con lo que llevaba, hasta que quedó totalmente enfundada dentro de aquellas telas suaves pero resistentes. Seguía notando que en su cuerpo ocurría algo extraño, pero enseguida entró en un relajante sopor y dejó de importarle lo que ocurriera.
Sola, envuelta en sus vestimentas, soñando que se convertía en un ser extraño, pasó veinte días. Entonces, empezó a despertar del letargo, mientras intentaba salir de aquel lío de ropa que le había protegido. Eso era una batalla campal, pero al final lo consiguió.
Fue entonces cuando se miró. Asombrada, contempló que su cuerpo había cambiado totalmente, como en su sueño. ¡Qué maravilla! Sin hacerse más preguntas, movió sus alas y salió volando fascinada.
Nadie le dijo que solo viviría tres días.
Encarna Martínez Oliveras
Finalista en el II certamen de micro-relato
Obra social Caja de Ávila 2009 (Publicado)
22 jun 2009
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2 comentarios:
Precioso, Encarna.
Nadie le dijo que viviría solo tres días ¿Eso le hará desperdidiar esos tres dias, o al no saberlo vivirá tranquila y feliz?
¿Que es lo mejor?
Fantástico final.
A mí me gustaría saberlo para lucir mis alas de flor en flor.
Besos
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