Como dije en mi artículo del 20 de noviembre, la información sobre las II Jornadas de Parálisis Cerebral me habían sugerido varios temas sobre los que meditar.
Hoy vuelvo sobre ello con un comentario sobre algunas de las terapias que se aplican a estas personas –también a otros grupos, por supuesto- y que me hacen pensar sobre cómo se llega a ser un profesional en estas alternativas. A saber:
Þ Hidroterapia (agua)
Þ Hipoterapia (caballos)
Þ Terapia asistida con animales (perros)
Þ Musicoterapia (vibraciones)
Recomiendo la lectura, una vez más, de las páginas que hablan de estos tratamientos; siempre se aprende algo.
Cuando los chavales terminan los estudios de bachillerato, tienen 17-18 años. Hoy en día esto supone estar en plena adolescencia con todo lo que ello implica. En primer lugar, se enfrentan a la duda de la elección de estudios que mañana servirán para el desarrollo de su profesión. Imbuidos en el mundo acelerado del “mejor no pensar” y vivir cada momento como se presente (y en la mayoría de los casos “como me apetezca”), poco o nada preparados ante la gran variedad de profesiones que pueden elegir, de repente se les pone en las manos una lista de la que en una semana, ya sin remedio, tienen que seleccionar dos o tres opciones, de las cuales, una será la que después del verano empezará a guiar sus pasos hacia su futuro real.
Por eso, al leer el artículo y el programa desarrollado, yo me preguntaba: “Estas profesiones de contacto humano, esfuerzo, lucha externa e interna de emociones, de comunión intensa con el otro… ¿cómo pueden calar en un adolescente que además de creer en el Carpe diem, es la encarnación misma del hedonismo materialista?
Podrán decirme que lo mismo se puede pensar de quien elige Enfermería o Medicina. Tal vez Magisterio. Pero ni siquiera el estudiante de enfermería, hoy por hoy, sabe a qué tiene que enfrentarse en realidad en el desarrollo de sus funciones. Son muy pocos los que tienen clara su profesión sanitaria –normalmente les acompaña ya dos o tres años su decisión-, por ejemplo, y la entrega que significa (aunque no el alcance de la misma).
Antes, cuando yo estudiaba, las opciones eran prácticamente sota, cabalo y rey. Ahora hay tal variedad de salidas que yo me quedo maravillada. Pero mi pregunta es: ¿Están los jóvenes que han de elegir una opción, preparados para ella? ¿Las profesiones humanísticas –si no leen, qué sabrán- y las que están directamente relacionadas con el sufrimiento tienen cabida en esta selección tan temprana? Porque no cabe duda de que son opciones nuevas que se van descubriendo y desarrollando en nuestros días de manera eficaz y positiva, por lo tanto, se van a necesitar en breve recursos humanos a gran escala. ¿De dónde saldrán los profesionales?
Creo que si de algo se peca en el terreno humano en los centros escolares es en una pérdida de enseñanza de ciertos valores –por supuesto, también en la familia- que yo recuerdo nunca faltaban antes. Y la solidaridad es un valor esencial de la convivencia en sociedad. Puede que el sistema de la hucha amarilla esté obsoleto; quizá los reportajes en super 8 y las diapositivas de los niños de Biafra con charla incluida, desde temprana edad, habría que modificarlas (tampoco demasiado). Hoy no hace falta irse a África para entender el problema de la desigualdad. Pero, no basta con llevar un kilo de arroz una vez al año a la escuela para hacerles creer que colaboran con los desprotegidos. Hay que hacerles vivir y sentir que, a pesar de todas las desgracias que algunos viven en su casa (éstos no están para hedonismos), son los privilegiados del Planeta sin haber movido un dedo, y hay que educarles en el sentimiento solidario de la justicia; con ello, tal vez aprendan a dar un poco más de sí mismos a los demás y a equilibrar, dentro de lo que su adolescencia les permita, los impulsos y la energía que les dominan de forma egoísta.
Sugiero –ya que critico- actividades prácticas. ¿Cómo? Visitas a centros de hidroterapia, ya que de ahí ha salido el tema. Turnos en residencias de ancianos para ayudarles en la comida. Un acercamiento a la realidad de los hospitales según la edad de los estudiantes. Clasificar la ropa que se recoge para los más necesitados y reparto… ¿No tienen tiempo? Igual que se van de excursión: ética, religión, educación para la ciudadanía… menos consolas y dinero fácil en el bolsillo.
Encarna
23 nov 2008
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